El deseo sexual es un cóctel explosivo donde cuerpo y mente se retroalimentan sin descanso.

Las encuestas revelan que en España las fantasías eróticas caldean las relaciones sexuales como ningún otro fuego. Entre los sentidos, el tacto es rey, seguido de cerca por la vista y a gran distancia del gusto, el olfato y el oído.

El deseo sexual encarna la expresión más íntima de la naturaleza animal que late en todo ser humano, pero también es una refinada emoción vinculada a la satisfacción de los sentidos y al placer que se espera obtener. Las fantasías, conscientes o inconscientes, son su preciado sustento. Ellas le suscitan, alimentan y orientan, con lo que el cuerpo y la mente se solapan a la hora de saciar los apetitos.

La excitación sexual se define como una respuesta de activación fisiológica suscitada por el deseo en la que también interviene una proyección subjetiva de placer. La estimulación generada por el cuerpo, la imaginación o la combinación de ambos, da lugar a dos niveles de excitación que resulta difícil deslindar. Se distingue entre la excitación puramente fisiológica y la psicológica.

La primera abarca todas las sensaciones físicas como la erección del pene o de los pezones femeninos. La excitación psicológica incluye fantasías, pensamientos e imágenes eróticas. Para que se produzca una respuesta sexual, el cerebro tiene que integrar los mensajes procedentes de la imaginación con las señales que transmite el cuerpo a través del sistema nervioso.

El poder de los sentidos, el deseo sexual que late en todo ser humano

Imaginación al poder

El deseo es personal e intransferible, aunque también influyen en su configuración la cultura, la edad, el sexo, la personalidad y la situación en que se produce. Las fantasías son el estímulo erótico que más nos excita. El 71% de los españoles y el 48% de las españolas echan mano de la imaginación a la hora de practicar el sexo, y en el 60% de los casos tiene como estrella al otro miembro de la pareja. Estas imágenes mentales mantienen e incrementan la excitación sexual y facilitan el orgasmo.

Diversos estudios desvelan que los varones conciben sus fantasías con experiencias vividas y detalles anatómicos, mientras que las mujeres priman sentimientos y emociones. En general, se considera que el deseo del hombre suele ser más genital y el de la mujer más afectivo. Entre otras cosas porque las conductas afectivas eran tachadas de poco viriles y el territorio emocional ha sido coto privado de las mujeres.

Con los cinco sentidos

En consecuencia, la excitación masculina es muy visual, mientras que la femenina es capaz de erotizar un sentimiento o vínculo afectivo. Si la excitación y el placer se someten a una fantasía sexual recurrente y no muy común surgen las llamadas parafilias, tales como el fetichismo, el sadomasoquismo, la pedofilia…

El erotismo es la sensualidad sugerida y velada a un tiempo, una experiencia excitante que como el deseo se nutre de ese cabalgar entre la promesa y el rechazo, la consecución y la espera. Los sentidos abren de par en par las puertas del cuerpo al reino del placer.

Según una encuesta realizada por Dympanel para la revista Quo, el tacto es el sentido estrella en España (44%), aunque erotiza más a las mujeres (45%) que a los hombres (43%). Le sigue la vista (31%), que excita más a los varones (36%) que a las féminas (26%). A continuación se sitúa el gusto (6%), sobre todo entre la población masculina (7%). El olfato se hace sitio en este ranking erótico con un tímido 3%, siendo más excitante entre las faldas (4%) que entre los pantalones (2%).

Tan sólo un 2% de los españoles considera estimulante al sentido del oído, con preponderancia de ellas (3%) frente a ellos (1%).

El poder de los sentidos, el deseo sexual que late en todo ser humano

Más allá de las estadísticas, todos ellos invitan a conectar con la pareja a través del lenguaje corporal y sensitivo.

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