Excita a tu pareja con movimientos y posturas eróticas en privado

Uno de los juegos eróticos que ha ido adquiriendo posicionamiento en las aventuras privadas de pareja es el llamado “pole dancing” o “baile en la barra”.

Originario de los strip clubs en los que las bailarinas que los ambientan bailan al ritmo de cierta música con movimientos y posiciones muy insinuantes mientras se van desprendiendo de las pocas prendas que las cubren; este juego erótico se incluyó en algunas películas y cortos XXX que comenzaron a involucrar pole dancing en los preludios de las escenas más fuertes hasta que, posteriormente, se trasladó a los moteles en los que se disponía de la barra para que aquel o aquella amante con cierta osadía se excitara y excitara a su pareja con baile, movimientos y posturas eróticas ahora sí en privado.

Dado que, finalmente, es un juego ingenuo y estético pero que puede ser especialmente excitante tanto para quien baila como para quien observa esta novedad se fue metiendo en la vida de las parejas hasta el punto de adquirir para su propia habitación en sus hogares una barra para el pole dancing.

Económicas, fáciles de adquirir en cualquier sexshop y de instalar y retirar aún sin herramientas; las barras para el baile erótico hacen parte hoy de muchos hogares; hasta el punto de que se ofrecen cursos abiertos para aprender a bailar en la barra y no necesariamente para personas en prostitución, de mala reputación o de mala calificación en conducta.

Este juego erótico consiste básicamente de tres elementos: El baile o movimientos, las posiciones y el striptease o descubrimiento paulatino de la desnudez.

Pole dancing: un excitante baile erótico para disfrutar en pareja

El baile, con movimientos sensuales que impactan la vista mientras la música que acompaña impacta el oído; es un factor muy importante de este juego erótico. Se acompaña usualmente de movimientos que insinúan aquellos propios de una relación sexual; y con contactos con la misma barra y también de caricias con las manos que recorren las zonas erógenas y que invitan al observador a repetirlos y, en muchas ocasiones, enseñándole lo que debe hacer o cómo debe hacerlo.

A medida que se avanza en el baile, se avanza también en la desnudez que va dejando al descubierto cada vez más piel y más zonas erógenas cautivando al observador y excitándolo mientras que también se excita quien baila.

Simultáneamente, el pole dancer en sus movimientos al bailar o mientras se desprende de cada prenda puede asumir posiciones particularmente osadas haciendo evidentes ciertas zonas de su cuerpo usualmente escondidas o disimuladas que sorprendan al observador y lo tienten a interrumpir el solo ver para ir directamente a tocar.

La sensación de hacer el ridículo y el temor a ser criticados pueden ser un pequeñísimo costo comparado con el beneficio de su propia excitación y de la excitación y aceptación de una pareja comprensiva, complaciente y participativa.

Estos pequeños riesgos le dan cierto sabor a nuestra vida sexual. Atrévase.


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