Sí, hoy día y después de 5000 años de haber sido pensadas y deseadas por otros, las mujeres se piensan a sí mismas desde la autonomía y, pensándose en sí mismas, construyen una identidad propia que les permite volverse, por fin, sujetos -quiero decir sujetas- de deseo.

Y, por supuesto, con este acontecimiento de un devenir femenino, se instala la posibilidad de un fantástico desorden con relación a los viejos referentes de lo femenino y los viejos lugares del sujeto (tradicionalmente masculino) y el objeto (tradicionalmente femenino)… Qué le vamos a hacer… ¿Qué esto connote crisis? Por supuesto, y viva la crisis, si ella nos permite repensar los viejos juegos de poder desde una óptica de equidad y de respeto hacia esta nueva mujer sujeto que apareció recientemente en el escenario social.

Señores, en ese nuevo devenir femenino todo es inaugural, todo es para inventar con generosidad y creatividad desde una ética despojada, por fin, de valores morales. No se asusten, aun cuando entiendo que desde una perspectiva masculina, esa nueva bifurcación del pensamiento y del deseo los inquieta. Por supuesto que los inquieta… Me pongo en su pellejo, y más cuando se trata de lo que ustedes llaman la libertad sexual -cuando no el libertinaje- de las mujeres, esta libertad que no es sino la recuperación de su cuerpo, de su deseo, de su goce desde su piel, ¡qué miedo! Por supuesto, el miedo ronda, pues ahora somos dos en la cama; dos sujetos autónomos, diferentes y, sin embargo, iguales en cuanto sujetos de derecho habitados por el deseo.

Los hombres asustados: infidelidad femenina, revolución sexual

Significa lógicamente que tenemos que aprender a negociar y a concertar abriendo así las puertas a una nueva erótica que nunca había podido ser pensada hasta ahora. Por supuesto que ahora encontramos una cantidad de hombres asustados que a la hora del amor nos dicen (a pesar del viagra): “¿Sabes qué?… Esta noche no… ¡Es que tengo un dolor de cabeza!”. Claro, están perdiendo el control de la sexualidad, el control sobre el cuerpo femenino, que ha sido el lugar por excelencia del poder masculino.

Ahora él y ella tienen que aprender poco a poco que este juego del amor es el juego más ético y serio del mundo y que sobre la piel femenina se abre un nuevo camino.

Sí, señores, hoy día una mujer puede escoger legítimamente si quiere ser madre o no, cuándo lo quiere ser y cuántas veces lo quiere ser. Porque hoy las mujeres han entendido que, antes que ser madres, son sujetos autónomos y libres y que sólo desde la libertad y la autonomía, la opción por la maternidad adquiere su verdadero sentido, su sentido de privilegio. En un país en el que 50 por ciento de los embarazos son no deseados, creo que esto es fundamental, ¿o no?.

Sí, señores, las mujeres hoy son impacientes de felicidad, ¡entiéndanlo! Sí, la infidelidad femenina se va a visibilizar, lógico. ¿Y cuál es el problema cuando hace siglos que la cultura patriarcal ha sido tan benévola con los deslices masculinos? Yo sé que hay mujeres que se enloquecen frente a esta nueva libertad, y me parece normal… La libertad embriaga. Pero dejemos el tiempo de acostumbrarnos a ella, de l’apprivoiser, de dialogar con ella, cosas que no se hacen en un cuarto de hora. Hace por lo menos dos siglos que los hombres son ciudadanos y reconocidos como seres autónomos y libres… ¿Será que nos pueden dar un tiempito para acostumbrarnos a esta recién inaugurada libertad que todavía nos aturde?

Señores, la mujer frágil, emotiva, sexualmente pasiva, dependiente, predestinada a la maternidad, al amor, a la abnegación, a la victimización, al sacrificio y al servicio a los otros de las grandes narrativas del siglo XIX, se derrumbó. Saludemos a esta nueva mujer. Saludemos a esta nueva mujer, esa mujer fuerte, vital, “sentipensante”, autónoma, erotizada, sujeto político. Estoy convencida de que el siglo XXI necesita a estas mujeres inéditas más que nunca.


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