Aceptando la posibilidad de que luego de un inmejorable encuentro sexual los dos hayan quedado satisfechos y hasta doloridos o con molestias por la intensidad con que lo vivieron, los momentos siguientes pueden ser particularmente satisfactorios si la pareja los disfruta en contacto físico, en relajación y en descanso.

Con frecuencia se escuchan las quejas, usualmente femeninas, de la indiferencia con que se tratan apenas unos pocos minutos después de que mostraban todo lo contrario: la atención, el detalle, el erotismo, la química, la atracción, el deseo y la excitación se desvanecen para dar paso a una indiferencia total, incluso hasta el rechazo, una vez que el hombre ha alcanzado su orgasmo y su eyaculación (especialmente esta última).

Tal rechazo no se manifiesta solamente con dar la espalda y a dormir, sino que puede darse en la premura con que deben alistarse para despedirse y cada uno a su vida particular o en otras formas en las que se hace manifiesta la ausencia de deseo, de química, de atracción y hasta de sentimientos.

El inigualable después de un encuentro sexual

Ignorar el inigualable después, puede llevar a la sensación de ser utilizados sexualmente, e incluso a la sensación de estar en prostitución: a lo que vinimos vamos y cuando termine, chao.

Por el contrario, si después del encuentro sexual los dos se dan la oportunidad de mantenerse en contacto físico, desgonzados, relajados, en plan de recuperación y descanso –no necesariamente con manifestaciones sexuales pero sí con manifestaciones de afecto y vínculo- entonces se le está agregando un placer adicional a la relación sexual y consolidándola como ese medio sublime de comunicación entre dos personas que se quieren y que forman un equipo para la vida y no solamente para el sexo.

El intercambio coital es un placer egoísta e individual en el que cada uno pretende su placer pero además quiere disfrutar del placer que el otro experimente y por ello colabora para que lo logre.

El “después” es un placer de pareja, de compleción, de equipo, de permanencia, de contar con el otro, de confiar en el otro, de apoyarse en el otro, de descansar en el otro.

Los encuentros sexuales furtivos o circunstanciales casi nunca ofrecen el inigualable después. Los buenos amantes, las parejas estables, los que se quieren no se pierden de esta oportunidad.


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