Primero veamos qué es la fimosis: se denomina fimosis al estrechamiento del prepucio del pene en el varón, en modo que dificulta o imposibilita el que éste pueda ser retraído por detrás del surco balanoprepucial (surco donde el glande se une con el tronco del pene). Esto impide, por tanto, que el glande pueda descubrirse por completo.

Según el tamaño del orificio del prepucio puede distinguirse entre:

Fimosis puntiforme

En la fimosis puntiforme el orificio es tan pequeño que dificulta la micción. En este caso el varón, aún tratándose de un bebé, ha de ser tratado para solucionar esa obstrucción urinaria que suele producir un chorro fino, prolongado y débil, con goteo terminal, e incluso abombamiento de la piel del prepucio debido a la retención de orina que no puede evacuarse.

Si no se efectuase tratamiento, el esfuerzo que realiza el varón en la micción puede llegar a causar hernias (normalmente inguinales y umbilicales), puede llegarse al desarrollo de parafimosis e, incluso, aunque en raras ocasiones, puede producirse el deterioro de la vejiga y de los riñones por la presión retrógrada que se efectúa sobre ellos durante el esfuerzo (hidronefrosis, insuficiencia renal, vejiga descompensada).

Fimosis anular

En la fimosis anular el orificio permite una adecuada micción pero no es lo suficientemente grande como para que el prepucio pueda extenderse hacia atrás. En los casos en que la fimosis la presente un bebé, ha de postergarse el tratamiento para confirmar si con el tiempo se produce una distensión de esta piel. Algunas veces se piensa que porque el prepucio pueda retraerse sobre el glande ya no existen problemas de fimosis.

Es importante comprobar que no sólo se puede retraer esta piel, sino que además no se produce ninguna tensión, opresión o molestia. Si existe alguna incomodidad a la hora de realizar este movimiento, puede que se padezca una fimosis no evidente, es decir, una fimosis leve pero que, en cualquier caso, impide la adecuada higiene en la zona y puede desembocar en una parafimosis.

Fimosis y sus complicaciones en bebés y adultos

La falta de una buena higiene del glande y del surco balanoprepucial (surco en que se unen el glande y el tronco del pene) puede originar la formación de esmegma (restos de descamaciones de piel y secreciones sebáceas) que pueden causar episodios repetitivos de balanopostitis.

La fimosis es extremadamente común entre los recién nacidos. Aproximadamente el 96% de ellos nacen con esta característica que luego va evolucionando a lo largo de su desarrollo. Entre los dos y los seis años, un 90% de los niños que nacen con fimosis ven resuelto su problema, y a los diecisiete, el 99% de ellos pueden retraer completamente el prepucio sin que haya sido necesaria ningún tipo de intervención. No hay que preocuparse, por tanto, porque a un recién nacido no se le pueda retraer el prepucio.

En esta etapa de su vida le sirve para proteger su glande y su meato urinario de las ulceraciones amoniacales que puede llegar a producir el contacto repetido de su pene con su propia orina. La fimosis también puede producirse si se fuerza la retracción del prepucio, ya que puede formarse una cicatriz fibrosa en éste que impida, con posterioridad, este tipo de movimientos. Es por ello esencial realizar los movimientos de desplazamiento del prepucio de los niños según las indicaciones del pediatra y sólo cuando sean necesarios.

En la edad adulta se recomienda el tratamiento de la fimosis debido a las complicaciones que puede originar. Sin olvidar las molestias personales que pueda causar, médicamente puede derivar en complicaciones infecciosas en el aparato genital debido a la imposibilidad de una adecuada limpieza (postitis, balanopostitis), y en trastornos causados por la extensión de la infección hacia las vías uretrales y hasta la uretra. Las dificultades al orinar (en “globito” o en “bolsa”) y la parafimosis, también son posibles problemas.


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